«Ovejas sin pastor», así definía Jesús a la muchedumbre, vejada y abatida, por la que sentía
co
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pasión
. R
efiriéndose a los guías religiosos que esa
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uchedumbre tenía, los definía como
«ciegos que conducen a otros ciegos». Estas reflexiones me vinieron a la memoria durante
la misa a la que asistí en una parroquia de mi ciudad el pasado Domigo de Ramos. En el
templo veo lo que se puede considerar una muchedumbre, en comparación con la escasa
asistencia de otros do
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ingos
. Y
hay una abundancia desacostu
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brada de niños
. T
odos, niños
y mayores portan ramos, se ven muchos ramos, y también palmas.
Es la festividad del día, pero me pregunto si más que vivirlo como una festividad que evoca
un pasaje del Evangelio y la idea que transmite, la muchedumbre lo vive como un acto
folclórico
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ás, igual que los carnavales, la cabalgata de los
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eyes
M
agos del 5 de enero
…
E
n
otros lugares, en estos días de Semana Santa tienen lugar procesiones, -¿religiosas?- con
cantos de saetas y cosas similares. Pero repito la pregunta, ¿se vive eso como un motivo de
reflexión religiosa que aporta alguna idea o enseñanza, o por el contrario es un evento
folclórico más, como las Fallas de Valencia, los Sanfermines y cosas así?
Si el celebrante de la misa a la que asisto fuese un verdadero pastor, en la línea de Jesús de
N
azaret, explicaría a los asistentes al culto lo que ocurrió para que una ciudad que acla
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aba a
Jesús en su entrada triunfal, como relata el primer texto evangélico que se leyó en la misa,
lo condenara a muerte unos días después, como relata la segunda lectura evangélica de la
misma celebración. Tal predicador hubiese informado a sus oyentes que la muerte de Jesús
fue un asesinato promovido por las autoridades civiles y religiosas por su compromiso con
los pobres y marginados, por su proyecto de liberación de los oprimidos y la construcción
de un mundo más justo y más humano, al que llamaba Reino de Dios.
E
n vez de i
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partir esa enseñanza, que hubiese constituido un lla
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amiento a seguir a Jesús en
esa tarea de liberación social, una movilización para mejorar las cosas de este mundo que
están marchando muy mal, nuestro predicador se limitó a decir que Jesús había muerto para
salvarnos, dando por supuesto que se trata de una salvación post morten, y sin relacionarla
para nada con tareas a realizar en este mundo. ¿Se puede creer en un dios que condena a
penas eternas y exige muertes redentoras? Aquel, a quien Jesús llamaba Abba, Padre, evoca
un Dios diferente.
El único llamamiento concreto que se hace en la mencionada homilía es a una devoción
personal que ignora al prójimo. Se remata con la formulación textual: Jesús vino a salvarte,
a ti, murió por ti, por tu salvación. Se pone énfasis en la relación personal, no comunitaria,
con Jesús, con Dios. Es un intento deliberado de fomentar el invidualismo, en perjuicio del
trabajo comunitario y la cooperación para mejorar las cosas del mundo.
P
uesto que observo actitudes si
m
ilares en otros te
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plos de la ciudad, resulta difícil de creer que
se trata de pastores de pocas luces, ciegos que conducen a otros ciegos. Más bien parece se
trata de un intento deliberado de extraviar el rebaño, de promover actitudes religiosas des-
comprometidas, sin vocación de trabajar por el Reino que Jesús anunciaba. Su idea de un
Dios Padre es revolucionaria porque nos hace a todos hermanos, y por lo tanto iguales.
Contra esa igualdad se blindan los beneficiarios de este sistema injusto, los explotadores de
todos los tiempos, secundados por los malos pastores.
F. Castaño